Febrero de 1945. Mientras Alemania camina hacia la derrota total en la Segunda Guerra Mundial, Dresde, una ciudad de escaso valor militar, es bombardeada con tal dureza que se produce la primera tormenta ígnea de la historia. En ella arde y se consume la vida de miles de civiles, allí se queman y se pierden para siempre obras de arte y arquitectura de valor incalculable, tesoros que no tienen otro dueño que la Humanidad. En la biblioteca, muchas de las piezas únicas no pueden escapar a tan negro destino.

Meses más tarde, acabada ya la guerra, el musicólogo Remo Giazotto viaja a una devastada Dresde siguiendo las huellas de un compositor veneciano casi desconocido, Tommaso Albinoni, con la esperanza de encontrar alguna de sus obras perdidas en las ruinas de la biblioteca. Las cenizas de la ciudad le esperan para mostrarle su dolor de una forma inesperada.

Dresde




Dresde tras el bombardeo. Foto de Richard Peter tomada en 1945. Fuente: Deutsche Photonek.




Dresde (Dresden), la capital de Sajonia (Alemania), está incluida en una hermandad a la que nadie querría pertenecer: la de las ciudades que han sido arrasadas por las bombas. En el mismo conflicto, en mayor o menor medida, compartió suerte con Hamburgo, Coventry, Hisrosima y Nagasaky. Otras guerras, pasadas, presentes y futuras, como mejor reflejo de la infinita estupidez humana, hicieron, hacen y harán que otras ciudades también se puedan incluir en tan terrible hermandad.
Hay grandes discrepancias entre las cifras de muertos tras el ataque a Dresde, desde unos 25.000 hasta los 100.000 según fuentes e intereses, pero lo que realmente cuenta es que hubo muchos muertos civiles cuya única culpa era la de estar allí o haber nacido en un determinado país. Al final, las víctimas de acciones de guerra contra la población civil, sean de la nación que sean o defiendan el interés que les haya tocado en suerte, pertenecen siempre a un mismo bando; el de los muertos.
Dresde quedó completamente destruida hasta dejar icónicas imágenes de edificios convertidos en espadañas de cemento alzándose a los cielos como súplica inútil. De la Florencia del Elba no quedó mucho. En la primera tormenta ígnea producida por el ser humano, tras alcanzar temperaturas capaces de fundir el acero, se perdieron para siempre las vidas de unos y las obras de otros.

La Iglesia de Nuestra Señora (Frauenkirche), el edificio más notable de la ciudad fue una de las víctimas y sus ruinas se mantuvieron durante muchos años como recuerdo de la barbarie.
 
Tras la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989 y la posterior reunificación alemana, se abordó la reconstrucción de la iglesia casi de forma inmediata, en 1990 y estuvo concluida para antes del sesenta aniversario del bombardeo. Aunque la iglesia ocupa hoy el mismo lugar que tenía antes del bombardeo y su aspecto es muy similar, el resto de la ciudad ha cambiado bastante desde su imagen original. La reconstrucción dirigida por la antigua URSS se hizo con un pragmatismo total y acuciada por la urgencia de lo inmediato, con lo que no se respetó la disposición original.
Dresde no es, hoy en día, un destino del turismo general, aunque sí estás cerca, como en el caso de que pases unos días en Praga, merece la pena desviarse un día para visitar su imagen que vuelve a estar presidida por la inmensa cúpula de la Frauenkirche. Desde Praga hay autobuses diarios a Dresde y excursiones organizadas.

Sí mantiene un gran interés cultural centrado en su excelente biblioteca (SächsischeLandesbibliothek  Staats undUniversitätsbibliothek Dresden, por sus siglas, SLUB), donde se pueden contemplar algunas de las composiciones originales de Albinoni, aquellas que no fueron destruidas durante el incendio que siguió al bombardeo.

El excelente funcionamiento de la biblioteca permite, incluso, contemplar en Internet muchos de los fondos digitalizados; entre ellos, todas las obras  de Albinoni (originales) de que dispone.

Imágenes actuales de la ciudad de Dresde. Fotomontaje de Foxy1219 (usuario wiki) a partir de fotografías de  Kolossos (usuario wiki), Jorge Royan, Brücke-Osteuropa y Steffen Müller.
 

 


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